¿En qué consiste el efecto invernadero?
Se denomina efecto invernadero al fenómeno por el cual determinados gases, que son componentes de la atmósfera planetaria, retienen parte de la energía que el suelo emite tras haber sido calentado por la radiación solar. Estos gases reciben el nombre de Gases Efecto Invernadero, GEI.
Existen muchos tipos de GEI además del CO2, como por ejemplo el metano (CH4), el gas de la risa (N2O), los gases industriales sintéticos fluorados (CFC, HFC, PFC, SF6…) y el propio ozono (O3). A pesar de que muchos de estos gases tienen mucha más capacidad que el CO2 para absorber la radiación térmica, el dióxido de carbono es el máximo responsable del calentamiento del planeta ya que es el que se presenta en mayor abundancia.
Los Gases de Efecto Invernadero son necesarios para mantener una temperatura adecuada en la tierra (sin ellos, la atmósfera del planeta sería unos 33º más fría…), pero una concentración excesiva de los mismos produce un aumento de temperatura media del planeta que puede llegar a dificultar la vida tal y como la conocemos.
La actividad humana emite más de 26.000 millones de toneladas anuales de CO2, el gas de efecto invernadero (GEI) más importante. Este gas permanece en la atmósfera alrededor de un siglo antes de ser absorbido por los océanos y por los ecosistemas terrestres. Dada la larga vida atmosférica de este gas y el aumento de las emisiones de CO2 derivadas de la actividad humana, se ha producido un incremento gradual de su concentración en los dos últimos siglos, provocando un progresivo calentamiento de la superficie terrestre: es el cambio climático.
La Unión Europea, con un papel siempre destacado en la lucha contra el Cambio Climático, fue la primera en establecer un compromiso post-Kioto que aplicase después de 2012. Así, el 10 de enero de 2007 la Comisión Europea propuso un paquete de medidas integradas sobre la energía y el cambio climático en el que se comprometía a reducir las emisiones de gases efecto invernadero en un 20% como mínimo en 2020, apoyándose en el logro de un 20% de consumo energético final con origen en fuentes renovables, y en el ahorro de un 20% del consumo total de energía primaria en 2020; para hacer factible la consecución de estos objetivos, el 23 de Enero de 2008 publicó el llamado "paquete legislativo verde" (green package). En paralelo, año tras año, en las celebraciones de las Convenciones sobre Cambio Climático, Naciones Unidas trata de cerrar un acuerdo internacional que comprometa a todos los países, y que sustituya al ya extinto Protocolo de Kioto.
Acuerdo Voluntario en Copenhague
El año 2009 era un año clave en materia de cambio climático a nivel internacional, ya que a finales del mismo, en la Cumbre de las Naciones Unidas de Cambio Climático que tenía lugar en Copenhague, se tenía la esperanza de conseguir un acuerdo que sustituyese al Protocolo de Kioto una vez que éste expirase su periodo de vida a finales de 2012.Sin embargo, el resultado de Copenhague no fue el esperado. De aquella reunión surgió un Acuerdo voluntario que incluía en el encabezamiento la lista de países que lo apoyaban, sin suponer ningún tipo de compromiso legalmente vinculante. Se trataba más bien de una declaración de intenciones, donde se reconocía el objetivo global de reducir las emisiones de manera que no se supere el umbral de los 2 ºC de aumento de la temperatura. Cumbre de Doha Fue necesario esperar a la Cumbre de Doha (Cumbre del Clima en el marco de la Convención de Naciones Unidas para el cambio climático) celebrada a finales de 2012, para que se clarificase la posición de todas las partes, prorrogando el Protocolo de Kioto desde el 1 de enero de 2013 y hasta el 31 de diciembre de 2020, con lo que en la actualidad se convierte en el único instrumento internacional jurídicamente vinculante para combatir el cambio climático. Los países que se han adherido y establecido objetivos de reducción en este segundo período son, entre otros, la Unión Europea, Suiza, Noruega y Australia. Los que quedan fuera respecto al primer período son Japón, Rusia y Nueva Zelanda (que seguirán siendo Partes del Protocolo de Kioto pero sin objetivos de reducción), Canadá (quien abandonó el Protocolo), y EEUU, que nunca ratificó el Protocolo de Kioto. Así, los países que en esta nueva fase están adheridos al protocolo de Kioto, sólo representan el 14% de las emisiones mundiales, por lo que se hace imprescindible un nuevo compromiso internacional jurídicamente vinculante que entre en vigor a partir de 2020. La necesidad de este futuro acuerdo quedó claro en la Cumbre de Durban en el año 2011, y fue impulsado definitivamente en la Cumbre de Doha, proceso conocido como Plataforma Durban. Llamada de Lima para la Acción por el Clima
En diciembre de 2014 se celebró en Lima la vigésima sesión de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. El objetivo principal era definir el nuevo acuerdo internacional jurídicamente vinculante (iniciado por la Plataforma Durban) que ha de establecer un marco global para la lucha contra el cambio climático más allá de 2020, y en el que estarán involucrados todos los países. Finalmente, se aprobó una decisión denominada “Llamada de Lima a la Acción por el Clima”, que recoge los elementos concretos del acuerdo. Será la base de la negociación a desarrollar en 2015, que se deberá concretar en París. 2013-2020: Segundo periodo de cumplimiento. Compromiso de reducción de las emisiones de gases efecto invernadero en un 18% con respecto a 1990 a finales de 2020. Los países industrializados que han aceptado compromisos son Australia, Islandia, la Unión Europea, Nueva Zelanda, Suiza, Mónaco, Noruega y los países en transición a una economía de mercado son Ucrania, Kazakstán, Bielorrusia y Croacia. Suman el 14% de las emisiones mundiales. 2020-en adelante: Nuevo Acuerdo de París, que incluye mitigación, adaptación, financiación, desarrollo y transferencia de tecnología, fortalecimiento de capacidades y transparencia de acción y apoyo.
El Acuerdo de Paris
La Cumbre del Clima de París ha llegado a un acuerdo histórico, que sin ser lo que muchos querían, ha sido mucho más de lo que todo el mundo pensaba que se podía alcanzar.
La negociación del Acuerdo Internacional sobre Cambio Climático se desarrolló en París desde el día 30 de noviembre hasta el 12 de diciembre de 2015, fecha en la que por fin se alcanzó un texto de consenso aprobado por todas las Partes.
El objeto del acuerdo es reforzar la respuesta mundial a la amenaza de cambio climático, y para ello se recoge el compromiso concreto de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5ºC.
El texto consta de dos partes: un Acuerdo con fuerza legal que incluye la obligatoriedad de ser transparentes y de comunicar los objetivos de reducción que cada parte asume (estos objetivos se conocen como INDCs, “Intended Nationally Determined Contributions”), y una Decisión no vinculante que recoge de manera detallada los aspectos técnicos que hay que desarrollar de aquí a 2020 para poder poner el acuerdo en marcha en dicho año. En resumen, la mayoría de los aspectos relacionados con Procedimientos son legalmente vinculantes (están en el Acuerdo), mientras que los elementos sustantivos, (incluidos los objetivos específicos de los INDCs), no serán legalmente vinculantes (están en la Decisión).
El acuerdo contiene todos los elementos necesarios para construir una estrategia mundial de lucha contra el cambio climático:
Mitigación: Más de 190 países que suman el 95% de las emisiones mundiales han presentado sus contribuciones nacionales (objetivos de reducción), pero en balance global estas reducciones conducirían a un incremento de temperatura entre 2,7ºC y 3,5 ºC, por lo que el éxito del Acuerdo de París dependerá de que consiga que las Partes aumenten la ambición de sus acciones y se reduzca así este incremento al objetivo 2ºC/1,5ºC.
Adaptación: el acuerdo recoge el objetivo de mejorar la capacidad de adaptación y reforzar la resiliencia (capacidad de superar la adversidad), reduciendo así la vulnerabilidad al cambio climático. Cada país debe remitir periódicamente su Plan de Adaptación, con sus prioridades y necesidades financieras.
Financiación: en el acuerdo aparece la obligación legal de los países desarrollados de seguir financiando a los países en desarrollo el coste de las infraestructuras necesarias para proteger a la población del impacto del cambio climático en los países más vulnerables. Los países desarrollados se comprometen a proporcionar el apoyo financiero que habían comprometido en 2009 (100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020).
Transferencia de tecnología: La transferencia de tecnologías fue un incentivo de los países en desarrollo para participar en el primer acuerdo mundial sobre cambio climático ya en 1992. Los países más ricos aceptaron entonces promover, financiar y transferir tecnologías a los países en desarrollo por su mayor contribución al problema del cambio climático y su mayor capacidad para afrontarlo. Sin embargo, este tema ha estado casi paralizado, y el nuevo Acuerdo lo refleja, acordando crear una metodología que facilite dicha transferencia.
El acuerdo entró en vigor el 4 de Noviembre, una vez ratificado por más del 55% de las partes que suman a su vez más del 55% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
As far as anthropogenic factors are concerned, the emission of gases containing chlorine and bromine (halogen source gases) is the cause for the depletion of the ozone layer. These gases accumulate in the lower atmosphere and are transported by wind and other air motions.
Once in the stratosphere, due to ultraviolet radiation, these gases quickly undergo chemical reactions and become reactive halogen gases - which, in turn, react with ozone and destroy it (depletion of the ozone layer). Over time, air in the stratosphere returns to the troposphere, bringing along reactive halogen gases which are then deposited on the Earth’s surface by rain and other precipitation. Some industrial processes and consumer products release halogenated substances containing chlorine and bromine atoms, which deplete the ozone layer. In turn, fluorine and iodine, although they are halogen atoms, either remain in chemical forms that do not destroy ozone (such as fluorine) or are, for the most part, eliminated in the atmosphere by natural processes and never reach the stratosphere.
The formation of the ozone hole requires abundant reactive halogen gases, temperatures low enough to form ice clouds or polar stratospheric clouds, isolation of air from other stratospheric regions, and sunlight.
Con cloro: Clorofluorocarbonos (CFC) e hidroclorofluorcarbonos o HCFC ( utilizados transitoriamente para substituir a los CFC), tetracloruro de carbono (CCI4) y metilcloroformo (CH3CCIC3): usadas en refrigeración, aire acondicionado, espumas, propulsores de aerosol, limpiadores de metales y componentes electrónicos.
Con bromo: Halones ( halón–1211, halón-1301): usados para extinguir fuego, protección de grandes computadores, equipos militares y motores de aeronaves espaciales.
Cloruro de metilo (CH3CI) y bromuro de metilo (CH3Br): emitidos por el ecosistema terrestre y oceánico.
Infographics
Ozone layer and climate change
There is a connection between ozone depletion and climate change.
El grupo EDP reconoce la importancia para el futuro de la Humanidad de los impactos derivados del cambio climático, asume las conclusiones de los paneles científicos que indican el origen antropogénico del calentamiento global del planeta y apoya las recomendaciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), creado por las Naciones Unidas, de limitar el calentamiento global a 2º C y alcanzar cero emisiones netas de CO2 y otros gases de efecto invernadero antes del final del siglo.
En sus objetivos está suministrar una energía competitiva basada en la implantación de soluciones con bajos niveles de emisiones de CO2, capaces de asegurar un crecimiento económico sostenible, para lo que considera necesario:
- La existencia de un acuerdo global que vincule a todos los países del mundo en la lucha contra el cambio climático.
- La participación directa de las empresas con compromisos individuales que ayuden a alcanzar reducciones globales.
- La existencia de un comercio global de emisiones integrado y con reglas claras, que refuerce la eficacia de un modelo energético bajo en carbono y asegure a largo plazo la estabilidad y la confianza entre los países y empresas participantes.
- Un fuerte incremento en la producción de energía a partir de fuentes renovables, de uso generalizado para satisfacer las necesidades esenciales de energía.
- La promoción de la mejora de la eficiencia energética como instrumento clave para reducir las emisiones de CO2.
- El desarrollo de una economía más electrificada y más concretamente en el entorno urbano y de la movilidad de las personas como contribución fundamental en el uso sostenible de la energía.
- El fomento de la innovación para desarrollar tecnologías y mecanismos que faciliten la transición a un nuevo modelo energético bajo en carbono.
- La utilización de sistemas trasparentes de medición y reporte de las emisiones de gases de efecto invernadero, reconocidos tanto por las empresas como por los Gobiernos.
- El aumento de la concienciación de la Sociedad sobre el Cambio Climático, y de su implicación, teniendo en cuenta las realidades de cada país.
- El establecimiento de planes de adaptación que minimicen los impactos del cambio climático, tanto en los diferentes sectores económicos como en el capital natural del planeta.
Mitigación del Cambio Climático en EDP España
El efecto del Cambio Climático está provocado en gran parte por las elevadas cantidades de dióxido de carbono, CO2, que se generan en toda combustión de un combustible fósil (carbón, petróleo, gas natural…), ya que se trata de un gas de efecto invernadero. Es así una variable importante en el desarrollo de la actividad de EDP España, principalmente en la de generación de electricidad, y por ello la reducción de este efecto de cambio climático forma parte de la Estrategia global del Grupo. Como parte de esta estrategia global, EDP España participa en la lucha contra el cambio climático actuando en dos frentes diferentes: la mitigación del efecto, y la adaptación al mismo.
En el ámbito de la mitigación, el parque generador se ha transformado en los últimos años con la incorporación de ciclos combinados, cuyas emisiones específicas de CO2 son del orden de la tercera parte de las de una central térmica de carbón.
Otra iniciativa de mitigación de las emisiones globales es la colaboración con el sector siderúrgico (ArcelorMittal) tanto en la central térmica de Aboño como en la planta de cogeneración de Sidergás. En ambos centros se valorizan energéticamente los gases siderúrgicos residuales que resultan de la elaboración del acero que, por su carácter tóxico, no se pueden expulsar directamente a la atmósfera.
EDP España participa también en la reducción global mundial de emisiones de CO2 a través de los proyectos de Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), es decir, proyectos que se realizan en países en desarrollo y que permiten reducir allí las emisiones de gases efecto invernadero, obteniendo a cambio de estas reducciones créditos para hacer frente a los objetivos de emisión de CO2.
Adaptación al cambio climático en EDP España
En términos de adaptación, EDP España, a través del proyecto Clim-EDP, ha identificado los riesgos potenciales a los que están expuestas sus instalaciones como resultado de situaciones meteorológicas adversas derivadas de los efectos del cambio climático. Estos riesgos se han incorporado y son actualizados periódicamente en el Portal de Riesgos del Grupo EDP, herramienta para la gestión y minimización del riesgo empresarial en todo el universo EDP; además, permite el benchmarking de la gestión y control de los riesgos identificados con las áreas equivalentes del resto de empresas del grupo, facilitando la adopción de las mejores prácticas.
La huella de carbono cuantifica la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que son liberadas a la atmósfera como consecuencia del desarrollo de cualquier actividad. Ésta se puede calcura una organización, producto, obra o servicio.
Mediante el cálculo de la huella de carbono se identifican todas las fuentes de emisiones de GEI, logrando así identificar los puntos críticos, lo que permite definir objetivos de reducción más efectivos.
En el cálculo de la huella de carbono es importante definir el alcance. Hay tres tipos de alcances:
• Alcance 1: recoge las emisiones directas, es decir, las emisiones generadas por aquellas fuentes propiedad de la empresa.
• Alcance 2: son las emisiones indirectas derivadas del consumo de electricidad.
• Alcance 3: son las emisiones resultado de las actividades de la empresa, pero ocurren en fuentes que no son propiedad ni están controladas por la empresa. En esta categoría entrarían los viajes de los empleados, la eliminación de residuos, etc.
En el año 2018: