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Suelos

Capa superior de la corteza terrestre, situada entre el lecho rocoso y la superficie, compuesto por partículas minerales, materia orgánica, agua, aire y organismos vivos y que constituye la interfaz entre la tierra, el aire y el agua, lo que le confiere capacidad de desempeñar tanto funciones naturales como de uso.

Funcionalidades ambientales del suelo

Los suelos son fundamentales para la salud medioambiental del planeta al cumplir diferentes funciones esenciales para el mantenimiento de la biosfera.

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Función base
Los suelos son la base de fijación y crecimiento de la flora, condicionan el desarrollo de hábitats y juegan un papel muy importante en la diversidad animal del planeta. A su vez, contienen millones de organismos que contribuyen en los ecosistemas a través de la descomposición de restos (inclusive tóxicos), la absorción de elementos atmosféricos, la oxigenación del mismo suelo o la regulación de los ciclos hidrológicos y del carbono.

Suministro de agua

El suelo es el responsable de la distribución y almacenamiento de las precipitaciones pluviales y, por ende, clave en el abastecimiento hídrico tanto de los ecosistemas como de las demandas por los usos humanos, para consumo, regadío, uso industrial o actividades de recreo. Del mismo modo, desarrolla sinergias clave ante la escasez de agua y sequías, así como en el control de riesgos de inundación.




Regulación climática

Los suelos ayudan a regular el clima absorbiendo CO2 de la atmósfera y almacenando grandes cantidades de carbono, lo que contribuye a la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo.




Bosques y suelos

Los bosques y los suelos son grandes sumideros de gases de efecto invernadero que absorben el CO2 a través de la fotosíntesis y lo almacenan en forma de carbono transformándolo en materia orgánica. La biomasa forestal, la madera y, por supuesto, el suelo son grandes almacenes de carbono. De hecho, se estima que los suelos europeos albergan 70.000 millones de toneladas de carbono orgánico.



No obstante, si dichos sumideros emiten más carbono que el que absorben, pueden convertirse en una fuente de gases de efecto invernadero. Una pérdida de solamente el 0,1% de carbono acumulado en el suelo europeo a la atmósfera equivaldría a la emisión de 100 millones más de automóviles en el continente. Mientras los terrenos forestales y los pastizales captan hasta 100 millones de toneladas de carbono anuales; las tierras de cultivo liberan entre 10 y 40 millones de toneladas.



La degradación de los suelos puede hacer que parte del CO2 previamente absorbido y almacenado como carbono en los sumideros, sea enviado de nuevo a la atmósfera. A este problema medioambiental se suma, además, la lluvia ácida que altera la composición química del suelo, produce la pérdida de su capacidad neutralizante (acidificación) y mueve los metales pesados del suelo que impiden que la vegetación absorba correctamente el agua y los nutrientes necesarios. Además, estos metales pesados “movilizados” pueden llegar a fuentes de consumo, con el consiguiente impacto en la salud de las personas.


Estrategia de control de los suelos y las aguas subterráneas en EDP España

La protección del suelo y de las aguas subterráneas se integra en la estrategia de protección del medio ambiente de EDP España, y se desarrolla a través de medidas estructurales y de gestión.

 

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Medidas estructurales
La zonificación de las actividades y su pavimentación son elementos básicos de protección, a los que se suman la instalación de cubetos de recogida de derrames, playas de descarga de productos, redes de aguas independientes, etc..

Medidas de gestión

El control de fugas y la contención y recogida de derrames son las principales medidas de gestión para minimizar los riesgos de contaminación del suelo, las cuales se desarrollan por medio de detectores de fugas en tanques enterrados, seguimiento y control de las aguas subterráneas a través de piezómetros, kits de emergencia ambiental con materiales absorbentes, la realización de simulacros y la formación continua de los trabajadores, medios externos de rápida intervención, etc…




Para el seguimiento y control de las instalaciones con mayor riesgo de contaminación del suelo destaca la instalación de piezómetros para el control periódico de las aguas subterráneas, de tal manera que si se identificara algún contaminante, se podrían adoptar medidas preventivas y/o correctivas en el foco potencialmente contaminante o en el propio suelo (remediación).

 

En estas instalaciones se ha hecho una campaña de caracterización del suelo, denominada Informe Base, el cual se tendrá en consideración a la hora de desmantelar las instalaciones, dado que se debe mantener el emplazamiento apto para los potenciales usos futuros. Del mismo modo, se han hecho Análisis de Riesgos sobre la salud de las personas, los cuales garantizan que en las condiciones actuales de los suelos de estas centrales no suponen riesgos para las personas por ejemplo por inhalación de volátiles, riesgos dérmicos o por migración de contaminantes hacia fuentes de agua próximas.

El ruido es una sensación auditiva generalmente desagradable.

Existe una creencia, no confirmada, en la que se dice que las personas que vivían cerca de las Cataratas del Nilo se quedaban sordas y, aunque esta afirmación no ha sido demostrada, la cantidad de referencias encontradas sobre este tema hace pensar que al menos existía cierta preocupación.

A finales del siglo XIX, con la máquina de vapor y la iniciación de la era industrial, se empieza a documentar sobre la sordera de los trabajadores (PRL).

Y ya más recientemente se habla de “contaminación acústica” haciendo referencia al ruido, entendido como sonido excesivo y molesto, provocado por las actividades humanas (tráfico, industrias, locales de ocio, aviones…) que produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos.

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¿Cómo percibimos el ruido?

Un Sonido es la sensación producida en el oído por el movimiento de los cuerpos y transmitida por un medio elástico, como el aire.



La energía que produce una fuente sonora por unidad de tiempo se llama potencia sonora, y cuando esa energía acústica llega al receptor (oído o micrófono de medida) se aprecia una variación de presión sonora.



El umbral mínimo de percepción del sonido por el oído humano son 20 micropascales y el umbral del dolor se sitúa en los 20 pascales. Lo mismo ocurre con las frecuencias, el oído humano sólo percibe ondas sonoras entre los 20 y los 20.000 Hz.



El valor de presión se asocia con la intensidad, sonidos altos o bajos, mientras que la frecuencia del sonido se asocia a sonidos agudos o graves (altas o bajas frecuencias, respectivamente): para un mismo nivel de presión sonora, un ruido será más molesto cuanta mayor proporción de altas frecuencias contenga.



Además, en los estudios realizados en personas se vio que un oyente no puede dar una indicación fiable de la intensidad de un sonido, sin embargo, si se le hace escuchar dos sonidos diferentes, es capaz de distinguir la diferencia de intensidad.


¿Cómo medimos el ruido?

Para medir ruido se utiliza el decibelio, ya que éste expresa una razón entre cantidades.Además, se definió el decibelio A (dBA), una unidad de nivel sonoro medido con un filtro previo que quita parte de las bajas y las muy altas frecuencias (ponderación A), dejando solo las frecuencias más dañinas para el oído.



Los estudios realizados descubrieron que un oyente, al que se le hace escuchar un solo sonido, no puede dar una indicación fiable de su intensidad, mientras que, si se le hace escuchar dos sonidos diferentes, es capaz de distinguir la diferencia de intensidad.



Por eso se utiliza el decibelio (dB) para medir ruido, porque es una unidad logarítmica que mide la relación entre dos sonidos.



Al ser una relación logarítmica los decibelios no se pueden sumar directamente, es decir, dos fuentes iguales alcanzan un nivel acústico equivalente a sumar 3 dB a la potencia acústica de cualquiera de ellas.



El equipo utilizado para medir ruido es el sonómetro que, entre otras cosas, nos proporciona la medida en dBA.



De esta forma, el oído humano es capaz de soportar sonidos correspondientes a niveles de presión sonora entre 0 (umbral inferior) y 140 dBA (umbral del dolor).


Propagación del ruido: ondas sonoras

En el caso de una fuente puntual se considera que toda la potencia de emisión sonora se concentra en un punto y las ondas acústicas se propagan uniformemente en todas direcciones como si se tratara de las ondas de un estanque.

A medida que las ondas se alejan de la fuente, éstas se atenúan debido a la absorción por el aire de parte de la energía acústica (transformándose en calor): en un medio homogéneo, cada vez que se dobla la distancia, el nivel de presión sonora disminuye 6 dB. Esta atenuación depende de la frecuencia del sonido, de la temperatura y de la humedad del aire.

Por otro lado, si doblamos una potencia sonora (dos fuentes sonoras iguales), el valor de presión sonora resultante se verá incrementado en 3 dB, al tratarse de una escala logarítmica. Aunque podría parecer que el aumento en la sonoridad es significativo, el oído humano no lo percibe así:

Potencia de la fuente

Nivel de Presión Sonora (dB)

Aumento de ruidosidad

1XReferencia
2X+3Apenas perceptible
3X+5Aumento
5X+750% más ruidoso
10X+10Dos veces
40X+16Tres veces
100X+20Cuatro veces
Contaminación acústica

Según la ley 37/2003 del ruido, la contaminación acústica son aquellos ruidos o vibraciones –sin importar qué los genera- que suponen una molestia, riesgo o daño para las personas y el desarrollo de sus actividades o que causen efectos significativos sobre el medio ambiente.

 

 

Hoy en día, con el crecimiento de los núcleos urbanos –más del 70% de la población europea vive en ciudades- la contaminación acústica se ha convertido en uno de los factores medioambientales más importantes al repercutir directamente en la calidad de vida de los ciudadanos.

 

 

 

 

La legislación española, según el Real Decreto 1367/2007, establece 2 tipos de controles en materia de ruido. Los nuevos emisores acústicos (posteriores al RD1367) no deben sobrepasar unos determinados valores límite de inmisión acústica (VLI), y la Administración debe velar porque en cada zona acústica, todos los emisores acústicos situados en dicha zona, no se superen unos determinados valores globales, denominados Objetivos de Calidad Acústica.

 

 

 

 

Cabe destacar, que los nuevos emisores, además de tener límites más estrictos, las medidas realizadas con el sonómetro se penalizan con hasta 9dBA si se detectan componentes de baja frecuencia, impulsivas y/o tonales (valores La+Ki = Lk).

 

 

 

 

En cambio, para los emisores acústicos existentes (anteriores a 2007), la legislación estatal no establece valores concretos, dejando de mano de las comunidades autónomas su regulación. Las instalaciones que no han sido diseñadas para no emitir ruido por encima de unos determinados valores, una vez puestas en marcha, tienen serias dificultades para conseguir reducciones de ruido efectivas.

 

 

Real Decreto
1367/2007

Emisores acústicos nuevos

Objetivos de calidad acústica

Lk día

Lk tarde

Lk noche

Lk día

Lk tarde

Lk noche

Zona residencial

55

55

45

65

65

55

Zona industrial

65

65

55

75

75

65

 Medidas con penalización: hasta
+9 dBA
Medidas globales de todos los
emisores acústicos

 

Si no se cumplieran algunos de estos valores, los emisores acústicos deben implantar planes de minimización de ruido.

Medidas de minimización de ruido en EDP España

Para combatir la contaminación acústica, EDP actúa continuamente en tres frentes: nuevos proyectos, minimización sonora de fuentes existentes e implantación de buenas prácticas en operación.

Cualquier proyecto así como la implantación de nuevos equipos y sistemas, se modelizan acústicamente para comprobar si sus emisiones sonoras elevarían el ruido en el exterior, de tal manera que se pueda corregir esta situación ya desde la fase de diseño. Es el caso, por ejemplo, de las plantas de desnitrificación de Aboño 2 y Soto 3 (2016 y 2017, entradas en funcionamiento respectivamente).

Por otro lado, para reducir el ruido de las plantas en explotación, EDP analiza qué equipos son los más ruidosos y define planes de minimización. Así, sólo entre las Centrales térmicas de Aboño y de Soto de Ribera se han invertido más de 1,5 millones de euros en la última década. La compañía implantó silenciadores, sustituyó equipos e instaló pantallas acústicas. Estos estudios así como la implantación de medidas de minimización de ruido se llevan a cabo con empresas externas expertas en esta materia, en coordinación y colaboración con diferentes áreas de EDP.

La concienciación y sensibilización de todo el personal es muy importante, pues garantiza la eficacia de las inversiones. Además de planes de mantenimiento preventivo y correctivo de los equipos y sus sistemas de atenuación, la aplicación de buenas prácticas tan sencillas como mantener puertas, ventanas y portones permanentemente cerrados, es fundamental.